Quisiera compartir con ustedes el presente trabajo, disponible para descargar en formato PDF en el siguiente link, que constituye el respaldo escrito de una ponencia presentada en el marco de las XI Jornadas de Sociología de la Universidad de Buenos Aires, desarrolladas entre el 13 y 17 de Julio de 2015, y cuya temática particular se tituló: "Coordenada contemporáneas de la sociología: tiempos, cuerpos y saberes."
A continuación el resumen de la ponencia:
"El campo de acción de los médicos se ve constreñido en dos sentidos: de acuerdo a lo que impone el sistema de salud actual y en relación con sus valoraciones y motivaciones personales para desenvolverse como profesionales en contextos de salud pública y privada. A partir de esta tensión, se abordó la problemática de la construcción del status-rol del médico a lo largo de su proceso de formación. Empleando focus groups y entrevistas semi-estructuradas, se indagó de manera exploratoria en las metas culturales, dificultades institucionales, medios institucionalizados y estrategias de adaptación en estudiantes en etapa de formación clínica e internado, y médicos en la etapa de residencia y ejercicio de la especialidad, en el Hospital Salvador de Santiago de Chile. Realizando un análisis de contenido cualitativo basado en estas dimensiones, se dio cuenta de la configuración del status-rol de los médicos en Chile y de las principales interferencias sistémicas involucradas en aquel proceso. Las relaciones de jerarquía y el vínculo emocional con el paciente son puntos de tensión fundamental en la formación y ejercicio profesional, mientras que el enfoque asistencial y de desarrollo académico se mantienen a lo largo del proceso, entre otras características."
Esta ponencia resume un trabajo de investigación más extenso realizado durante 2014
por un grupo de estudiantes de sociología de la Universidad de Chile; más detalles aquí. Quienes se interese por leer la ponencia en linea, pueden hacerlo a continuación.
Introducción
El
presente estudio se enmarca en la asignatura anual Técnicas Cualitativas del tercer año de la carrera de Sociología de
la Universidad de Chile, en su versión del año 2014; en tal sentido constituye
un proceso de aprendizaje para todos quienes participamos en él. Esto último lo
vuelve una experiencia valiosa, fundamentalmente por haber encarado por vez
primera un proceso de investigación anual – con todas las cuestiones prácticas
y teóricas que ello implica – por nuestra propia cuenta y responsabilidad.
El
espacio de la salud pública, actualmente emerge como un punto donde se ilustran
muchas de las desigualdades sociales Chile. No hace más falta que buscar notas
periodísticas que hablan de las condiciones de hacinamiento en los hospitales
públicos, la falta de recursos y de profesionales especialistas de la salud,
para confirmar que la situación del sistema de salud pública es precaria[1]. Es posible observar una situación
problemática, en la medida que una lógica economicista termina determinando los
criterios de acción en torno a la salud humana, no sólo en el ámbito privado,
sino también en aquellos espacios que representan a la salud “pública”. Es preciso considerar el carácter neoconservador
del Estado en Chile, configurado luego del llamado “giro neoliberal” de las
décadas de 1970 y 1980, que privatizó los más importantes servicios sociales –
salud, educación, previsión y seguridad social – (Klein, 2007)
e hizo primar el criterio de focalización
en términos de políticas públicas (Boccardo & Ruiz, 2014).
Así,
el área de la salud pública fue configurándose como un tema de interés general
para este equipo de investigación. Esto, sumado a la posibilidad de contar con
un informante clave que pudiera asegurarnos una inserción fluida en la
comunidad donde realizaríamos la investigación anual, explica la decisión de
llevarla a cabo en el Hospital del Salvador.
Este
hospital se ubica en la comuna de Providencia de la zona oriente de Santiago de
Chile, fue fundado el 7 de diciembre de 1871 y se ha convertido en uno de los
principales centros de salud pública del país gracias, con desempeños notables en
el área de medicina interna y nefrología, con importantes avances en técnicas
de trasplante de riñones y tratamiento de patologías renales. Una cuestión
importante a considerar es su condición de hospital–escuela: recibe a
estudiantes de pregrado y post grado de diversas carreras (y universidades) del
área de la salud que realizan allí sus períodos de estudios prácticos. En el mismo
hospital está emplazado el Campus Oriente de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Chile; destaca por ser uno de los mejores establecimientos del
país donde es posible realizar la especialización (“beca” de aquí en más) de la
carrera de medicina.
Sin
duda este hospital-escuela constituye espacio privilegiado para conocer las etapas formativas de las y los médicos.
Primero, podemos mencionar a los y las “estudiantes” del tercer a quinto año del
pregrado de la carrera de medicina, que cursan asignaturas clínicas; sus
labores se limitan a salas específicas y están a cargo de profesores guía.
Luego encontramos a los “internos”: estudiantes de pregrado de la carrera de
Medicina, ya licenciados, cursando su sexto y séptimo año; sus labores de
aprendizaje están supervisadas por las y los médicos en especialización y
especialistas; operan de la misma manera que un médico, sólo que deben estar
bajo supervisión profesional: su ámbito de trabajo se limita al espacio de las
salas de hospitalización, sobre todo a la atención de pacientes internados.
Posteriormente encontramos a los/as “becados/as” (residentes), médicos
titulados quienes cursan alguna especialización. Finalmente, las y los “médicos
especialistas” están a cargo de la administración de salas completas; sus
funciones tienen menos que ver con la atención directa a los pacientes y más
con la administración general de los tratamientos y la supervisión de las
actividades tanto de los becados como de los internos: al estar a cargo de la
sala, son responsables de las decisiones tomadas en ella. En paralelo, los
médicos comparten el espacio del hospital con otros funcionarios del área de la
salud y administrativos, quienes no formaron parte del foco de este estudio.
Nos
parece relevante señalar el sentido inductivo que orientó la etapa inicial de
nuestro trabajo: antes que la construcción deductiva de una pregunta de
investigación – en base a bibliografía – decidimos privilegiar una etapa de
trabajo que nos acercara directamente al espacio social a investigar (Duarte, 2014). Empleando la
observación participante como técnica de producción de información (Flores, 2009) realizamos visitas
periódicas al área de hospitalización de la unidad de medicina interna del
hospital, durante los meses de abril y mayo de 2014. Esto nos permitió conocer
de primera fuente las relaciones sociales que día a día se construyen entre los
diferentes actores que se relacionan dentro del hospital, así como el entorno
institucional en que estas relaciones se desenvuelven.
Durante
tal etapa nos comenzamos a preguntar sobre el proceso mediante el cual una persona se convierte en médico, bajo
la idea de que cada etapa de formación puede entenderse como socialmente construida, pues constituye
una inserción en un conjunto particular de relaciones sociales, que implican
diversos niveles de jerarquías, responsabilidades y experiencias que poco a
poco van transformando al estudiante de primer año universitario en un médico
altamente especializado, con un rol y un status definido en el contexto de la
salud pública y la sociedad en general.
1. Estrategia teórico-metodológica
de esta investigación
La
literatura indica que el propósito mismo de la medicina se ha mantenido
constante a lo largo de la historia, esto es, el curar las enfermedades y
eventualmente prevenirlas (Sigerist,
1974),
aunque la posición social de la profesión ha tomado caminos diversos. Para dar
cuenta de la posición social que se va construyendo a lo largo de cada etapa formativa,
hemos considerado la noción de status-rol
trabajada por Talcott Parsons (1966): el status como aspecto posicional, nos
permite dar cuenta de la posición social relativa del actor en un sistema
estructurado de relaciones, mientras que el rol,
como aspecto procesual, nos permite considerar las orientaciones de acción que
asumen los sujetos inmersos en la realidad social.
Tradicionalmente
y aún en la actualidad, existe un ideal respecto al médico (García-Huidobro, y otros, 2006) caracterizado por el
conocimiento, la destreza para curar y la disposición para ayudar al otro. Sin
embargo, en la medicina contemporánea estas características entran en crisis,
pues el médico ya no se entiende como un sujeto dispuesto a ayudar sino como un
empleado que se ve obligado a hacerlo, primando criterios técnico-económicos en
la relación con el paciente (Acuña, 2013);
junto a esto, el conocimiento y tecnologías han progresado a tal punto que el saber
médico ya no es exclusivo, y se ha hecho cada vez más accesible a los propios
pacientes (Bascuñán, 2005).
Para
observar e interpretar este ideal de la profesión médica empleamos el concepto
de metas culturales trabajado por
Robert Merton, que pueden ser definidas como aquellos “objetivos, propósitos e
intereses culturalmente definidos, sustentados como objetivos legítimos por
todos los individuos de la sociedad, o por individuos situados en ella en una
posición diferente.” (Merton, 1964, pág. 210) Implican diversos
grados de sentimientos e importancia, construyendo una “estructura de
referencia aspiracional” (Merton, 1964).
Un
segundo concepto empleado en esta investigación para caracterizar las
principales herramientas y limitantes que se presentan en un contexto de
cambio y reestructuración de la posición
social del médico, es definido como los medios
institucionalizados, o sea, modos socialmente aceptados como válidos para
alcanzar las metas culturales socialmente compartidas (Merton, 1964); cabe señalar que estas normas
reguladoras no siempre responden a criterios técnicos o de eficacia sino que también
se expresan como sentimientos cargados de valores. La utilidad analítica que
rescatamos de ambos conceptos refiere a su capacidad explicativa respecto a
situaciones donde se asiste a una disociación
entre ambos aspectos, produciendo insatisfacción respecto a la estructuración
de la realidad social, posibilitando reacciones diversas por parte de los
actores sociales.
La
progresiva racionalización de la práctica del saber médico, la introducción de
variables económicas que restan autonomía a su ejercicio, la judicialización y creciente
exigencia de responsabilidad legal por parte de pacientes cada vez más empoderados,
y la democratización del saber médico mediante internet y prensa no
especializada (Bascuñán, 2005), constituyen importantes áreas de
cambio respecto a la relación clínica y la práctica de la medicina: tales
fenómenos tienden a verse como algo externo a las y los médicos. Para dar
cuenta de este tipo de relaciones sociales y lógicas de acción que no han
pasado por el cedazo del entendimiento y consenso intersubjetivo, y que ejercen
una presión problemática sobre la correspondencia entre metas culturales y medios
socialmente institucionalizados, utilizamos la noción de sistema trabajada por Jürgen Habermas (1989).
El predominio de este tipo de relaciones sociales provoca que el contexto
orientado por metas culturales en el que se socializan los sujetos, quede
desvalorizado, pues se genera una primacía de medios de control sistémico
(poder, dinero), como mecanismos de regulación de las interacciones sociales.
En
síntesis, estos antecedentes empíricos y teóricos nos permitieron bosquejar una
caracterización de lo que implica ser socializado como sujeto social en el
ámbito de la medicina; considerando tanto el aspecto posicional como relacional
de los diferentes sujetos que participaron en nuestra investigación, pudimos
dar cuenta de cómo los mecanismos
sistémicos ya descritos provocan nudos problemáticos en la constitución del
status-rol médico. Ello repercute en
la realización de las metas culturales
relacionadas con el proceso de socialización de la profesión, expresándose en divergencias entre las metas culturales y los medios socialmente institucionalizados
para alcanzarlas.
De
manera general, la pregunta que orientó nuestro quehacer investigativo puede
resumirse del siguiente modo: ¿Cómo es el
proceso de configuración del status rol médico, en cada una de las etapas
formativas – a saber: estudiantes, internos, médicos becados y médicos
especialistas - en el Hospital del Salvador, durante el año 2014? Para
resolver esta interrogante consideramos los antecedentes teóricos ya
mencionados como ejes de análisis, a saber: el status-rol, las metas
culturales, los medios
institucionalizados, e interferencias
sistémicas que se configuran en cada etapa formativa de la profesión médica
en el Hospital del Salvador, durante el año 2014.
Como
técnica de producción de información utilizamos cuatro grupos focales (Canales, 2006), construidos a
partir de una muestra estructural en torno a las cuatro grandes etapas
formativas de la profesión médica: estudiantes, internos, becados y médicos
especialistas[2].
El análisis de la información producida fue llevado a cabo mediante la técnica
de análisis de contenido de carácter deductivo (Andréu, 2001). A continuación presentamos los
principales resultados de tal proceso de análisis.
2. Resultados de la
investigación
2.1 Los estudiantes en el
Hospital del Salvador
Las
principales metas culturales que
incorporan los estudiantes en el Hospital del Salvador son: la posibilidad de
ayudar al paciente y la adquisición de saberes necesarios para poder realizar tal
posibilidad. Esto junto con el objetivo a largo plazo que se plantean: la
obtención de un buen sueldo para sostener una familia, tienen un carácter
general que puede atribuirse a la finalización de la formación de cualquier
carrera profesional.
El
cumplimiento de tales metas y objetivos enfrenta dificultades propias de medios institucionalizados insuficientes
para alcanzarlas: la carencia de docentes y falta de transparencia en la
organización y programación de las labores de enseñanza generan incertidumbre
en el proceso de aprendizaje. Sin embargo, la institución no sólo provee
obstáculos, también presenta vías que facilitan el cumplimiento de tales metas,
y vías de adaptación social: el reconocimiento del alto nivel de experiencia y
conocimiento que poseen los médicos que hacen docencia otorga seguridad en la
posibilidad de adquirir saberes necesarios para ayudar; la posibilidad de
contacto con funcionarios del Hospital del Salvador permite aprender que la
práctica médica ha de realizarse como un equipo de trabajo. En definitiva, el
contacto humano, ya sea con los trabajadores de la salud o con pacientes, es
valorado como una contribución fundamental a la formación.
Con
respecto al status-rol dentro del
hospital, las y los estudiantes se encuentran en el escalón más bajo de la
jerarquía social, situación que se torna negativa al presentarse momentos de
desprecio hacia su baja o nula experiencia, y menor conocimiento respecto de
los demás estamentos formativos, lo cual dificulta la relación que se tenga con
los mismos. En este estado de inferioridad, los estudiantes pueden relacionarse
con pacientes, pero no tienen espacio para incidir en su sanación, y cualquier
iniciativa está sujeta a autorización externa. Por otra parte, en el nivel
societal, el status-rol médico es muy
valorado por las y los estudiantes, pues lo asocian a una buena situación
económica y al resultado de un buen desempeño escolar. Además, el médico
aparece como un guía que orienta y acompaña al paciente en el proceso de
recuperación.
Las
estrategias de adaptación que han utilizado los estudiantes para sortear las
dificultades y conseguir sus objetivos, corresponden principalmente a
aprovechar cada momento que se pase con los pacientes para poder dar sentido al
proceso de adquisición de conocimiento. Esto se hace tanto presentando dudas y
opiniones a los médicos docentes, como dando apoyo emocional a los pacientes
estableciendo una relación más personal. De esta manera sobrellevan su
limitación por estar en una etapa temprana de formación.
Por
último, las interferencias sistémicas
más importantes, que provocan divergencias entre metas culturales y medios
institucionalizados, tienen que ver con las constricciones que impone el
sistema de salud actual. La falta de recursos y de tecnología que afecta al
Hospital del Salvador, son elementos que se encuentran fuera del control de las
y los médicos, y que restringen sus posibilidades de acción. Existe además una
lógica economicista expresada en la precarización de la docencia, al priorizar
el trabajo en investigación, el cual general la mayor parte de los recursos; ni
estudiantes, ni médicos docentes tienen la capacidad para influir directamente en
decisiones que privilegian criterios monetarios que llevan a una búsqueda de
prestigio y recursos económicos, descuidando la calidad de la docencia, y en
tal sentido formación de los estudiantes.
2.2. Los internos en el
Hospital del Salvador
La
meta cultural general que caracteriza
a esta etapa, refiere a la posibilidad de participar en el proceso de
tratamiento y sanación de una persona; en este sentido, se profundiza el
interés por ayudar al otro, tal como se ve en la etapa anterior. También toman
fuerza las expectativas relacionadas con el resultado final del proceso: la
posibilidad de alcanzar el grado profesional en el ejercicio de la disciplina.
En
este contexto, una serie de factores contribuyen a una divergencia entre medios socialmente institucionalizados y
metas culturales. Uno de ellos
refiere a la alta exigencia laboral y académica que entraña esta etapa de la
formación; la realización de múltiples tareas en poco tiempo afecta en la
atención al paciente, aspecto crucial desde la perspectiva de las y los
internos. Sin embargo, factores como el apoyo y respaldo que otorga el trabajo
en equipo, las relaciones interpersonales que se construyen diariamente entre
compañeros y compañeras, junto al aprendizaje en un ambiente médico y
organizacionalmente exigente, son valorados por las y los internos como medios socialmente institucionalizados
favorables, en la medida que contribuyen en su formación otorgando habilidades
organizacionales, administrativas o de gestión, y la preocupación por aspectos
de los pacientes que trascienden lo estrictamente biomédico.
Un
aspecto que juega un doble rol es la fuerte jerarquización que existe entre las
diferentes etapas de formación médica, es decir, ésta puede ser conceptualizada
como un medio socialmente institucionalizado
tanto positivo como negativo. Esta jerarquía es aceptada mientras refiere a
la escasa experticia de los internos, relacionada con menores saberes y
experiencia acumulada, cuestiones que justifican su posición más baja en la
jerarquía. Sin embargo, se vuelve un factor negativo cuando considera aspectos
ajenos a su potencial de conocimiento y responsabilidad de decisión en lo
médico. Es decir, cuando motiva acciones por parte de actores que ocupan
posiciones superiores (becados o médicos especialistas) que no tienen que ver
con el tratamiento del paciente, y que las y los internos perciben como injustas.
Entre estas acciones se encuentran: la exigencia de acatar órdenes, la
realización de tareas tales como cocinar en los turnos, contestar los
teléfonos, o ciertas tareas administrativas; obligaciones determinadas por una
imposición tácita de la estructura jerárquica que impactan de forma negativa en
la subjetividad de las y los internos.
Cuando
se trata de deberes para con los pacientes, esta jerarquía y división de tareas
se justifica en la medida que se trata del beneficio de quien está siendo
tratado. A la vez, la posibilidad de gratificación en el trato con el paciente
funciona como un factor positivo que permite a las y los internos superar los
aspectos negativos identificados en la relación con los otros actores, en la
medida que se cumple la principal meta cultural
que declaran buscar en la profesión: ayudar al paciente; contribuir al proceso
de sanación se configura como una importante forma de adaptación social en esta
etapa.
Respecto
a la posición social, o status, que
los médicos detentan, podemos decir que esta es altamente valorada por el
entorno de los internos, lo cual genera expectativas de éxito social, previo al
término de los estudios. Esto provoca situaciones de alta exigencia académica y
profesional, que al no ser cumplidas a cabalidad provocan frustración, y
también desconfianza en la relación médico-paciente, debilitándola y volviendo más
complejo el cumplimiento del rol
social del médico, es decir, brindar ayuda a los demás.
Así,
destacan dos nudos problemáticos – interferencias
sistémicas - que contribuyen a disociar las metas culturales de los medios
socialmente institucionalizados disponibles para alcanzarlas: el primero
tiene que ver con la falta de diálogo colectivo en torno a la experiencia de la
muerte, debido fundamentalmente a una naturalización ejercida por quienes llevan
más tiempo en la institución. En segundo lugar, podemos señalar la
interferencia de variables de tipo socioeconómico en el ejercicio de la
medicina, que atentan contra la calidad de la atención, sobre todo cuando
personas con alta vulnerabilidad social no manejan los elementos culturales
para exigir una atención de calidad. La generalización de ambas situaciones
pone en riesgo la principal meta cultural
ya señalada, que es ayudar al paciente.
2.3.
Los becados en el Hospital del Salvador
Se
advierte que las metas culturales, o
motivaciones, que las y los becados presentan para dedicarse a la medicina, se
ven signadas tanto por el ejemplo de las profesiones de los progenitores, como
por experiencias previas en el ambiente hospitalario; también resultan
relevantes a nivel subjetivo los resultados obtenidos en pruebas de admisión universitaria
y las expectativas del círculo social cercano (colegio-amigos-familiares).
Considerando
las expectativas acerca de su formación profesional, así como del papel que
cumplen los médicos en la sociedad, encontramos que muchos eligieron esta
profesión por su potencial de ayuda y trabajo con las personas a partir de la experiencia
y adquisición de conocimiento. Esto se relaciona con los propósitos y objetivos
que buscan alcanzar una vez finalizada su especialización: manifiestan el deseo
salir de Santiago para volver a sus lugares de origen, o migrar hacia zonas con
menor disponibilidad de especialistas, ampliando las posibilidades de ayudar
luego de completada su formación. A la vez, combinan este deseo con la idea de
retomar su vida desde un ámbito más personal, reconociendo que la formación les
ha consumido tiempo valioso para su desarrollo en esferas ajenas a la
profesión.
Se
evidencia una discordancia entre los medios
socialmente institucionalizados disponibles, y su aptitud para alcanzar las metas culturales antes expuestas,
debido a la expectativa de ayudar de forma efectiva a las y los pacientes, y el
no poder conseguirlo por la falta de mecanismos aptos para lograrlo. Como
formas de adaptación a esta situación se puede señalar que la iniciativa
personal es muy importante, sobre todo cuando la situación es desfavorable para
el proceso curativo del paciente y el propio desempeño profesional. La falta de
recursos, es también considerada por los becados como un obstáculo importante que
provoca reacciones de frustración, resignación o búsqueda de caminos
alternativos a aquellos formalmente institucionalizados, que sean favorables
para el paciente.
Enfrentar
la muerte de un paciente es algo que les marca profundamente, influyendo no sólo
en su estado de ánimo, sino también en su capacidad de separar el ámbito
profesional de su vida personal. Reconocen la necesidad del acompañamiento a
los médicos en formación, dada la dificultad que entraña sobrellevar tales
situaciones a solas, en carencia de las herramientas pertinentes para hacerlo. Como
forma de adaptación, surge en ellos una especie de autoayuda, un “mecanismo de
defensa” que consiste en poner auto-restricciones para reflexionar la vivencia
de la muerte. Las y los becados se plantean a sí mismos que no es posible sumirse
en la afectación psicológica, puesto que su rol requiere estabilidad para ser
llevado a cabo, y una manera de alcanzarla es vincularse de modo controlado con
los hechos, para mantener una capacidad y disposición constantes para ayudar a
otras personas.
En
relación al status-rol del médico, las
y los becados advierten que la valoración social hacia la profesión es tal, que
a aquellos escolares con buen rendimiento académico, se les impulsa desde la
escuela a ocupar este tipo de profesiones. Además, advierten que los demás
actores sociales orientan su acción hacia ellos, haciendo diferencias de trato
frente a elementos simbólicos como el delantal blanco o el sólo hecho de decir
que se es doctor. Este cambio en el trato es percibido tanto en su entorno
cercano, como a nivel de las jerarquías internas que se dan en el espacio del
Hospital, específicamente en las estructuras de la organización del trabajo del
equipo de salud: la valoración de las opiniones expresadas por los becados
cambia una vez adquirido el título profesional.
Las
y los becados asumen mayor responsabilidad frente a los tratamientos que se aplican
a los pacientes, además de realizar tareas de revisión bibliográfica y docencia.
Esta última no se asocia a ningún reconocimiento formal dentro de la institución,
pues se origina tanto desde la iniciativa personal, como desde la división
jerárquica de tareas y roles dentro del hospital-escuela.
Por
otro lado, las y los becados sostienen una relación directa con los pacientes y
familiares, pues actúan como fuente de información acerca de la situación de
las y los internados. Así, deben adecuar su tiempo y lenguaje - tanto en
complejidad como en sutileza - para comunicar noticias buenas y malas. En esta
relación pueden presentarse problemas y roces, sobre todo cuando, desde las y
los pacientes, prima una visión de consumo, respecto a sus servicios. Pacientes
y sus familiares se empoderan en un rol de clientes, generando frustración en las
y los médicos por la ingratitud e indiferencia que reciben.
Las
y los becados se esfuerzan por tomar las mejores decisiones en un contexto de
escasez de recursos tanto económicos como tecnológicos, y por ello la
frustración por no poder desempeñar de forma adecuada su rol, se vuelve más
intensa. Tales dificultades, entendidas como interferencias sistémicas en la salud pública, derivan de la
neoliberalización de la salud y la focalización del gasto público, determinado
que exista una medicina basada en la carencia. Esto, activa la creatividad de las
y los médicos para solucionar problemas, pero provoca frustraciones al no
lograr siempre sanar o tratar a las personas como debería ser o como saben que
en otros lugares –instituciones privadas- puede hacerse. Las y los becados
matizan la frustración que provoca el distanciamiento con el paciente y la
falta de recursos mencionada, con la presencia de docentes y colegas comprometidos
con la enseñanza y la vocación de ayuda social: tal sería la ventaja que brinda
trabajar y estudiar en el Hospital del Salvador.
2.4.
Los médicos especialistas en el Hospital del Salvador
La
perspectiva de las y los médicos especialistas está caracterizada por haber
finalizado su trayectoria formativa. Si bien ya han resuelto muchas de las contradicciones
entre metas culturales y medios socialmente institucionalizados asociados
al status-rol del médico – puesto que
ya tienen la autoridad para tomar decisiones que afecten de modo efectivo a los
pacientes, pueden delegar tareas, se han familiarizado con dinámicas
hospitalarias como la muerte de pacientes o la ineficiencia del sistema de
salud pública-, continúan viviendo en carne propia nuevas contradicciones más
allá de su control, propiciando nuevas actitudes de adaptación.
De
esta manera, sus metas culturales se
caracterizan por una revalidación de la misión asistencial del médico. Enfatizan
fuertemente la idea de que el principal objetivo y rol social de la profesión
es ayudar, curar y prevenir enfermedades. Proponen una activa revalidación o
recuperación de este rol pues ven con
preocupación, que éste no aparece como una motivación central en las y los jóvenes
estudiantes de medicina. Las nuevas generaciones tendrían motivaciones más
egoístas que no otorgan el peso suficiente a la tarea de asistir al paciente.
Además para este grupo social, es tan importante el entregar un servicio digno
y de calidad a los pacientes, velando por su salud, como el tener una vida
familiar activa y cercana, y tiempo para dedicarlo a sí mismos.
Si
bien experimentan la vida laboral en el Hospital del Salvador desde una
perspectiva privilegiada en cuanto a su status,
podría decirse que en la medida que se va progresando en la escala jerárquica,
las dificultades que advierten para desempeñarse profesionalmente tienen que
ver cada vez más con problemas que devienen de interferencias sistémicas de tipo económico en el sistema de salud,
que hacen divergir metas culturales y
medios institucionalizados: como la
falta de recursos y la falta de tiempo para atender a sus pacientes - dificultades
propias de un servicio público en Chile. Pese a esto, la experiencia de
trabajar en el hospital es invaluable para los especialistas, ya que permite el
acceso a un equipo de primera categoría y a patologías que son muy raras o
complejas; ello redunda en una valoración positiva del ambiente de trabajo y el
prestigio obtenido.
Con
ello, los médicos especialistas tienen clara conciencia acerca de cuál es su status-rol en el hospital. Son
conscientes de la distancia y la cercanía que presentan con otros estamentos de
la escala jerárquica, pero no existe una mayor problematización sobre ésta, la
justifican por su experiencia y por la distribución diferenciada de tareas que
requiere un hospital. Por otra parte, el status-rol
que poseen implica necesariamente el cumplimiento simultáneo de diversas
funciones en el hospital, no todas vinculadas al tratamiento de pacientes, lo
que acarrea un bagaje de presiones, expectativas y peligros a la hora de
desempeñarse como médicos.
A
la hora de adaptar las metas culturales
asociadas a la profesión a los medios
socialmente institucionalizados disponibles en el hospital, destacan dos
puntos. Primero, el aprender a lidiar con el sufrimiento y la muerte, a lo cual
las y los especialistas se logran “acostumbrar” con el tiempo. Segundo, el
aprender a navegar en la burocracia interna del hospital, como por ejemplo, entendiendo
que es necesario insistir de manera personal, y por todos los medios posibles para
conseguir algún examen o tratamiento para un paciente.
Finalmente,
las interferencias sistémicas
identificadas nuevamente pueden ubicarse, por un lado, alrededor de la carencia
de recursos suficientes para un trato digno hacia los pacientes y la carencia
de médicos y de funcionarios capaces, dedicados y orientados hacia la asistencia.
Este grupo social, al contrastar el Hospital del Salvador con las experiencias
que tienen trabajando en clínicas o centros privados, identifican diferencias
profundamente injustas y difíciles de sobrellevar. También se destaca el
empoderamiento de los pacientes y la pérdida del respeto hacia la figura del
médico que existía en el pasado. Ambos procesos se entienden como consecuencias
de la creciente judicialización y mercantilización de la medicina, deviniendo
finalmente en factores que socavan el status-rol
del médico como tradicionalmente se ha definido, virando hacia una relación de
comprador-prestador de un servicio, antes que de paciente–médico.
3. Conclusiones
En
general, resulta interesante observar que el enfoque asistencial de la práctica
médica persiste intacto como una meta
cultural vigente a lo largo de todo el proceso de formación médica.
Adicionalmente, existe una transición desde un interés por el desarrollo
académico hacia el desarrollo profesional, explicada principalmente por el paso
del internado hacia la beca, además de una suspensión de la prioridad de la
vida personal durante el proceso del internado, que resurge como un elemento de
suma importancia para las y los médicos becados y especialistas. Este proceso indica
la apertura al cambio de tales elementos culturales a lo largo de la formación
médica.
En
paralelo, el status-rol médico
termina siendo un arma de doble filo: si bien, conforme avanza el proceso de
formación, los beneficios del status
médico se van haciendo cada vez más evidentes -en forma de un trato con
mayor respeto y distinción-, implica una gran carga en términos de trabajo y
responsabilidad, inclusive superando la propia capacidad de entrega de cada
individuo circunstancialmente. Si bien esto se reconoce como una dificultad
durante casi toda la trayectoria del médico, es posible adaptarse: aprovechando
cada momento con el paciente como una instancia para aprender y así
desarrollarse académicamente. Es más, se valora muchísimo en cada estamento la
posibilidad de trabajar en el Hospital del Salvador junto a tantos otros
especialistas capacitados.
Si
bien la estructuración jerárquica de los roles
sociales dentro del hospital emerge como algo positivo para los actores
involucrados, cuando opera como un medio de distribución de la carga laboral en
relación a los saberes y capacidades adquiridas, posibilitando la atención
organizada de pacientes, ésta adquiere tintes negativos cuando aparece como
mecanismo de cierre social, discriminación e imposición de voluntades. Quienes
están en la cúspide de la pirámide jerárquica, relativizan los aspectos
negativos de la jerarquía, lo cual intensifica la falta de diálogo entre
estamentos del hospital, pudiendo configurar a este aspecto como una interferencia sistémica difícil de
sortear. Al no problematizarse y discutirse esta estructura jerárquica, ésta
aparece como un mecanismo arbitrario de empleo de poder, causando frustración
en los estamentos más jóvenes.
Como
mecanismos de adaptación social, el
desarrollo de la capacidad de vincularse emocionalmente con el paciente, y, en
consecuencia, la adaptación a la muerte como una realidad de la práctica
médica, aparecen como factores interesantes de observar en tanto son elementos
en tensión permanente: es de suma importancia el desarrollar un apropiado
vínculo con el paciente y sus familiares, tanto como para poder prestar
asistencia de una manera más personal y efectiva como para poder ser buenos
comunicadores. Sin embargo, se hace necesario eventualmente establecer una
distancia emocional hacia ellos en favor del propio bienestar emocional y
psicológico. Lo que más se lamenta entre los estamentos más jóvenes es que no
existan instancias para discutir y problematizar en conjunto esta dificultad,
favoreciéndose un difícil proceso de acostumbramiento individualista a la
muerte, que debe enfrentar cada futuro y futura médico de forma aislada.
Se encontró finalmente que la interferencia sistémica que más hondo
cala en la práctica médica es la perspectiva economicista de la medicina y la
consecuente percepción de la salud como un bien de consumo. Esto dificulta el
actuar de las y los médicos en varios sentidos: primero, dado que la lógica
interna de distribución de recursos opera bajo criterios ajenos a la asistencia
a los pacientes, se muestran incapaces de entregar un tratamiento tan completo
como quisieran; segundo, al emerger la exigencia de cumplir con ciertos niveles
de productividad se les impide dedicar suficiente tiempo para un tratamiento
digno, a la vez que se termina precarizando cada vez más la labor docente por
una sobre-exigencia profesional; y tercero, en tanto las y los pacientes mismos
perciben su salud como un bien, y en la medida que aumenta la posibilidad de
acceso a la información, se produce un empoderamiento en ellos, que lentamente
socava la posición de autoridad de los médicos, dificultando aún más la
relación médico-paciente.
Este
trabajo fue realizado con un propósito práctico: incidir de manera positiva y
crítica, en el proceso de formación de nuevos médicos; buscamos difundirlo
principalmente entre estudiantes de pregrado de medicina, para así favorecer el
diálogo y reflexión colectivos sobre las tensiones identificadas. Se contó con
una instancia de presentación abierta de los resultados frente a la directiva
médica del Hospital del Salvador, en la cual se dio lugar a un nutrido diálogo
entre los miembros de cada estamento formativo, cada uno aportando con su
propia experiencia. Así, también se encontró la posibilidad de que un ejercicio
de socio análisis pueda servir como instancia para reflexionar y discutir sobre
la realidad en la que se vive, problematizando las tensiones y contradicciones
naturalizadas en la reproducción cotidiana de la realidad social.
Se
reconoce, sin embargo, que el enfoque y el alcance de esta investigación son limitados
tanto espacial como teóricamente. En este último sentido, vale la pena
proyectar futuras investigaciones que puedan emerger de los descubrimientos
aquí expuestos.
Por
un lado, sería interesante problematizar la manera en la cual el saber médico
se segmenta entre los médicos y la sociedad en su conjunto, e inclusive, entre
los distintos estamentos que participan de la práctica médica. Por ejemplo,
observar cómo el desarrollo de prácticas unificadas contribuye a la
conformación de un campo médico, en el sentido de Bourdieu (2007), o cómo el panorama
observado se distancia de lo encontrado por Becker, Geer, Hughes y Strauss en
“Boys in White” (2009).
En
paralelo, en tanto la práctica médica implica necesariamente una relación de
objetivación del cuerpo de los pacientes y de una relación de saber y poder
frecuentemente unidireccional en torno al status-rol del médico, emerge como
algo muy interesante de observar, desde una perspectiva foucaultiana, las
consecuencias biopolíticas del control de la salud y de la medicalización de
los distintos aspectos de la vida (Foucault, 1977), o de nuevo desde Bourdieu,
la codificación simbólica de los cuerpos como un objeto a ser trabajado (2007). Inclusive podría
investigarse, cómo desde estas dos perspectivas se podría evaluar el
empoderamiento de los pacientes.
Bibliografía
- Acuña, J. (2013). Características del empleo y bienestar subjetivo en médicos de la Región Metropolitana. Revista médica de Chile, 187-193.
- Andréu, J. (2001). Las técnicas de análsis de contenido: una revisión actualizada. Obtenido de http://public.centrodeestudiosandaluces.es/pdfs/S200103.pdf
- Bascuñán, M. L. (2005). Cambios en la relación médico-paciente y el nivel de satisfacción de los médicos. Revista Médica de Chile, 11-16.
- Becker, H., Geer, B., Hughes, E., & Strauss, A. (2009). Boys in white: Student Culture in Medical School. Chicago: The University of Chicago Press.
- Boccardo, G., & Ruiz, C. (2014). Los chilenos bajo el neoliberalismo. Clases y conflicto social. Santiago, Chile: Ediciones y Publicaciones El Buen Aire S.A.
- Bourdieu, P. (2007). El sentido práctico. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
- Canales, M. (2006). El Grupo de Discusión y el Grupo Focal. En M. Canales (Ed.), Metodología de Investigación Social. Introducción a los Oficios. Santiago: LOM Ediciones.
- Duarte, K. (2014). Construcción de objetos de investigación. En M. Canales, Investigación social. Lenguajes del diseño. Santiago: LOM Ediciones.
- Figueroa, J., & Albert, C. (2014). Negligencia mortal en hospital de Melipilla devela feroz disputa de universidades por campos clinicos. Recuperado el 8 de Noviembre de 2014, de CIPER Chile: http://ciperchile.cl/2014/10/28/negligencia-mortal-en-hospital-de-melipilla-devela-feroz-disputa-de-universidades-por-campos-clinicos/
- Flores, R. (2009). Observando observadores: Una introducción a las técnicas cualitativas de investigación social. Santiago: CIP - Pontificia Universidad Católica de Chile.
- Foucault, M. (1977). Historia de la medicalización. Educ Med Salud, 3 - 25.
- Gaínza, Á. (2006). La entrevista en profundidad individual. En M. Canales, Metodologías de Investigación Social. Introducción a los oficios. Santiago: Lom Ediciones.
- García-Huidobro, D., Nuñez, F., Vargas, P., Astudillo, S., Hitschfeld, M., Gennero, R., . . . Benavente, Á. (2006). Expectativas de estudiantes de medicina de pregrado en realción al perfil médico esperado. Revista Médica de Chile, 947-954.
- Habermas, J. (1989). Teoría de la Acción Comunicativa (Vol. I). España: Taurus.
- Klein, N. (2007). La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre. Barcelona: Paidos.
- Merton, R. K. (1964). Teoría y estructuras sociales. México : Fondo de Cultura Económica.
- Parsons, T. (1966). El Sistema Social . Madrid : Editorial Revista de Occidente.
- Prensa Parlamentaria. (2014). Falta de médicos especialistas: legisladores proponen alternativas. Recuperado el 15 de Octubre de 2014, de Senado de la república de Chile: http://www.senado.cl/falta-de-medicos-especialistas-legisladores-proponen-alternativas/prontus_senado/2014-08-26/162636.html
- Radio Cooperativa. (2014). Informe del Minsal: Faltan 3.800 médicos especialistas en Chile. Recuperado el 13 de Noviembre de 2014, de Cooperativa.cl: http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/salud/medicos/informe-del-minsal-faltan-3-800-medicos-especialistas-en-chile/2014-11-13/105113.html
- Sigerist, H. E. (1974). La profesión de médico a través de las edades. Universidad de Antioquia: Ed. Guadalupe.
[1] En los meses de octubre y noviembre
de 2014, se disparó la alerta sobre la escasez de médicos especialistas en el
país, gracias a un reciente informe del ministerio de salud (MINSAL) que
muestra la situación precaria y centralizada de la distribución de médicos
especialistas en la red de salud nacional (Prensa
Parlamentaria, 2014; Radio Cooperativa,
2014) Como evidencia de la lógica mercantil señalada, nuestros lectores y
lectoras pueden revisar el reportaje periodístico publicado por CIPER “Negligencia mortal
en Hospital de Melipilla devela feroz disputa de universidades por campos
clínicos” (Figueroa & Albert,
2014).
[2] Debido a la imposibilidad de conseguir una
cantidad adecuada de médicos especialistas para el cuarto grupo focal, la
producción de información para este criterio muestral, fue complementada con la
realización de dos entrevistas en profundidad (Gaínza, 2006).
No hay comentarios:
Publicar un comentario